Lugares comunes (o tiempos de vigías)
Bueno…otro año que se nos va, y como suele suceder, comienzan las reflexiones (de la mayoría, aunque hay excepciones). Lo bueno, lo malo, lo feo, lo digno, lo indigno, lo inverosímil, lo que nos llena de orgullo y lo que preferimos olvidar. Al menos, y para gusto de muchos, tenemos la suerte de poder repasar sobre lo vivido y a la vez madurar sobre las experiencias y todas las circunstancias que nos llevaron a lugar donde estamos. Un lugar en la línea del tiempo en donde los aciertos premeditados son especies de quimeras casi inalcanzables desde el punto de vista del ensayo y el error al que estamos acostumbrados. Nadie en esta puta vida nos enseñó a vivir. Nadie se dio el trabajo de pasarnos un manual de convivencia, de trucos del mercado, de atajos del camino. Nadie nos dijo donde parar a descansar. Ni siquiera existió un mapa que nos indique la ruta correcta que debíamos seguir. Tal vez por eso inventamos ciclos de tiempo para acordarnos que a veces hay que hacer un alto para mirar hacia atrás y darnos cuenta de nuestro entorno…mirar las vitrinas que nos ofrece la acera del frente…conversar con alguien cerca…preguntar, y ver, de cierta forma, como sigue la cosa hacia delante. “No todo es tan grandioso como deslumbra, ni todo es tan malo como parece”, pareciera ser la máxima que se aproxima cada vez más al consenso de las cosas hoy en día…. ¿conformismo?, ¿complacencia?, tal vez, o es solo aprovechar esos lapsos de reposo que ofrecen estas fechas sumadas a una cuota de pereza o de inercia auto infringida, para luego retomar el vuelo y alimentar esa parte inconclusa de un escéptico pero inquieto espíritu errante.
Saludos
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